jueves, 13 de marzo de 2014

Imperfección, Capitulo 7

Capítulo 7

Una traviesa sonrisa se formo en el rostro de Alex.
Lentamente se fue acercando a mi, tan lentamente...
Necesitaba acelerar el momento, pero si lo hacía, perdería el encanto.
Comencé a seguirlo, cada vez estaba más cerca de la gloria. Su perfume me empujaba hacia a él.
Nuestros labios estaban casi unidos, era cuestión de unos segundos.
-¡Alex!- gritó una voz masculina desde la otra calle.
Nuestras manos se separaron y los dos nos impulsamos hacia atrás asustados.
Me di la vuelta para poder ver quién nos había interrumpido.
Era David. En ese momento me sentí avergonzada, pero pareció no afectarle igual a Alex.
David se dispuso a acercarse, pero Alex se le adelanto.
Sentí que mis sueños quedaron resquebrajados; pero no resultó ser así.
Alex dió media vuelta y volvió hacia a mi, e inclinándose me besó de forma cariñosa la mejilla, algo cercano a mi boca.
Por último, ya a lo lejos me dedicó un giño como despedida.
Y cuando me quise dar cuenta, estaba allí, en medio del parque, embobada, con una pequeña sonrisa de enamorada y unas ganas terribles del beso que había quedado pendiente.
Ya no quedaba nada más que hacer, debía volver a casa.
Así que, me dirigí allí lo más rápido que pude. Solo quería llegar y hablar con él por teléfono.
El camino se hizo interminable.
Una vez en casa, entre velozmente en dirección a mi dormitorio.
De pronto, una gran mano me enganchó de la chaqueta y me llevó a rastras hasta el trastero de la limpieza.
Comencé a gritar y el miedo se propago por el cuerpo impidiéndome reaccionar ante la situación.
Una inmensa fuerza me golpeo contra las estantería de los productos y trapos.
Quedé encogida y con los ojos cerrados con toda la fuerza que pude sacar.
-¡Ana!- una voz comenzó a llamarme, por lo que empecé a abrir los ojos cuidadosamente.
¡E.. Era mi padre!
-¿Papa?- dije extrañada.
Tenía cara furiosa y parecía a punto de estallar en ese mismo instante.
-Mira, te advierto que ya puedes tener cuidado donde te metes, por que puedes acabar muy mal, ¿Entiendes niñata?- dijo susurrándome muy cerca, con ojos abiertos de par en par.
Estaba perpleja. Intenté decir una escusa, una explicación. Pero mi padre me interrumpió y muy cabreado agarró mi mandíbula donde estaba la herida. Sentía que no podía mantenerme consciente del dolor.
Comencé a gritar para que Madeline me pudiera oír, pero mi padre bruscamente agarró mi muñeca y con toda su fuerza la fue retorciendo lentamente.
Mis ojos parecían darse la vuelta.
-¡Y espero que no abras tu bocaza, ¿Entiendes? Por tu bien!-
Sentía que mi muñeca empezaba a descolocarse de su lugar habitual.
Mis lagrimas caían inevitablemente.
De pronto Madeline, entró en el cuartillo y preguntó sobresaltada que ocurría. Mi padre en un ataque de astucia, inventó una escusa con la que salir ileso de allí; pero a pesar que Madeline no le creyó nada, prefirió no empeorarlo.
Corrí a mi cuarto y volví a encerrarme. 
Pasados unos minutos mi muñeca estaba algo morada e hinchada.
Ya no podía sentirme segura ni siquiera en casa.
Mi móvil comenzó a sonar y fui rápidamente a cogerlo con la esperanza de que fuera Alex.
Y efectivamente, era él.
Descolgé rápido y muy feliz, como si nada hubiese ocurrido.
-Ana, ayer me quede con ganas de estar más tiempo contigo... ¿Qué te parece quedar esta noche?-
Me pareció un riesgo que merecía la pena correr, era una oferta demasiado atractiva.
Y sin dudarlo ni una sola vez acepte.
Establecimos el lugar y la hora.
Era perfecto.
Alguien comenzó a golpear mi puerta y más tarde a llamarme.
-¡Ana, abre, soy Oli! ¡Corre!-
Me dirigí a la puerta y abrí rápidamente, temiéndome lo peor.
-No te vas a creer lo que ha pasado...- dijo agotada de las prisas que se había tomado para llegar lo antes posible a mi casa.
No aguantaba más, necesitaba saber lo que había sucedido.
-¡Venga! Dime, ve al grano- le grité impaciente.
-Estábamos hace un rato María y yo en el parque a lado de la plaza, hablando y tal. Y de repente apareció la arpía de Rebeca. Las dos decidimos escondernos tras la cuesta de la bodega, donde se oía perfectamente que hablaba con la piojosa de Sara...-
Sara era la mejor amiga de Rebeca, otra pija más del club, donde las dos dedicaban en absoluto su vida a ser guapas, populares, ligar y hacerme la vida imposible.
Pedí de nuevo a Olivia que fuera al grano y no se andara con tanto rodeo.
-En resumen, que Rebeca le ha dicho a Sara que acaba de empezar con Jorge, tu ex- dijo fatigada.
Mi boca quedo entreabierta, y mis ojos como platos.
Tenía una horrible sensación en mi estomago que me advertía de lo que iba a suceder.
Tan peligrosa como una mezcla química, lo era la nueva pareja.
Me resultaba muy duro buscar los porqués a esta situación.
De pronto, Madeline nos interrumpió.
-Ana, ven un momento por favor, es importante- dijo algo seria.
En ese instante comencé a preocuparme... ¿Que ocurría?
Madi me llevo hasta el salón, donde se encontraba mi madre, mi padre y Lucas con su pequeño Hamster, "Punky".
Me sentía algo incomoda e inquieta.
La situación me parecía muy extraña. Por eso mi madre empezó por darme una explicación.
-Ana, tu padre, yo y Lucas, vamos a ir a Nueva York el fin de semana-
Lo más raro en ese momento, fue el hecho de que me avisaran de sus planes.
-Simplemente te lo decimos, por que nos vamos a llevar a Madeline con nosotros, para que cuide de Lucas- 
Mire rápidamente a Madeline con una expresión de agobio, e inmediatamente agacho la cabeza junto a los ojos.
-Por eso, solo queríamos decirte que más te vale portarte bien, porque como volvamos del viaje y algo esté roto o manchado o siquiera fuera de su sitio 2 milímetros, te piras de casa por la puerta grande- dijo con el rostro enfurecido. 
Tras el corto discurso de la explicación, todos se marcharon a preparar las maletas.
-Espera, Ana- dijo Madeline. -¿Estarás bien?
-Si... Supongo. Todo lo que se pueda estar sola en casa-.
Rápidamente se acercó a mi oído y comenzó a susurrarme:
-En el mismo instante en que nos vayamos, prepara tu cuarto e invita a tus amigas a quedarse, así te harán compañía. Volveremos el Domingo por la tarde, por lo que para entonces todo deberá estar recogido. Debajo de tu cama hay una caja de cartón, dentro encontrarás lo necesario para sobrevivir el fin de semana- dijo con una pequeña sonrisa.
-Pero... Madi... ¿Y la comida? ¿Y si no les dejan sus padres?- dije preocupada.
En ese instante mi madre pasó rápidamente por el pasillo, y paró a preguntar que sucedía.
-Nada señora Rosse, solo le explicaba como prepararse la cena- dijo Madeline inclinándose en modo de disculpa.
-¡Dejala! Ya es mayorcita para buscarse la vida sola-
-Como Usted lo prefiera, señora Rosse-
Mi madre siguió su camino y Madi me dijo rápidamente:
-No te preocupes, ya hablo yo con sus padres que ya me conocen de sobra. Y te he dejado comida de sobra en el frigorífico-
Me sentí aliviada y le agradecí el detalle a Madeline.
Por último me beso la frente y continuo con sus planes.

Corrí a mi cuarto a contárselo a María y a Oliva.
Parecieron alegrarse mucho, pero no podíamos con la curiosidad y optamos por la caja de "Supervivencia" que Madi nos dejó bajo mi cama.
María la abrió lentamente, para alargar el momento y comenzó a recitar su contenido.
-Haber que tenemos por aquí... Una par de pelis románticas y una de miedo, un par de bolsas de palomitas, una docena de refrescos de limón...-
Olivia y yo nos miramos a la cara y agarradas de la mano, nos dedicamos una sonrisa mutua.
- ... y ¡Dinero!-
Las dos nos abalanzamos preguntando cuanto había con los ojos muy abiertos.
-¡Hay trescientos!-
Las tres nos incorporamos y comenzamos a bailar cantando una alegre melodía.
De pronto, mi hermano interrumpió en mi cuarto, y rápidamente guardamos nuestros pequeños tesoros.
-¡Tu! Me ha dicho Madeline que te traiga tu estúpido móvil- me dijo lanzándomelo bruscamente.
Entre las tres logramos cogerlo a tiempo.
Oí como la puerta principal se cerraba, y en ese instante mi padre arrancó el coche.
-Al fin se van...- dije acompañada de un suspiro.
-Eh... Ana ... Tienes una llamada de ¡Alex!-
Todas comenzamos a gritar y rápidamente fui a llamarle.
Un tono, dos tonos, tres tonos,... Pero nada.
Me llevé una gran decepción. 
Pero eso no fue todo en aquel momento.
-... Un mensaje de Jorge-
Todas quedamos perplejas.
Y yo sobretodo aterrada.
Comencé a leer muy asustada.
"¿Crees que eso ha sido todo?"
Mis manos comenzaron a temblar, y mi piel a volverse pálida.
Olivia y María, parecían sentir mi dolor.

Todas quedamos en silencio, intentando asimilar lo ocurrido.
Mi herida comenzó a dolerme. Pero ya no era algo físico.
Era psicológico.

De nuevo, recibí otro mensaje.
"Lo pienses o no, en algún momento, te plantearas huir, o pensarás que no te encontraré, pero estás muy equivocada, porque te conozco y siempre sabré donde estas, Ana. 
Siempre".

Todas estábamos asustadas e inquietas.
Volvió a entrarme el miedo de nuevo al mundo, el exterior, a la humanidad.
De pronto, un fuerte estruendo sonó en el salón. Y unos pasos comenzaron a avanzar hacia mi cuarto. 
Tan lentas pisadas, que me atormentaban y me atemorizaban.
Pisada, tras pisada... Cada segundo más cerca.


Bueno lectores, esto ha sido todo por hoy. Espero que os haya gustado.
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Un saludo enorme, os deseo un feliz fin de semana y ¡nos vemos en el próximo capítulo!

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